Austeridad, desigualdad de género y feminismo tras la crisis de 2008
La permanente crisis de cuidados y sus efectos en la igualdad de género
La crisis financiera internacional iniciada en EEUU en 2007 golpeó duramente a la economía española, acelerando el colapso del mercado inmobiliario y aumentando el desempleo y el riesgo de pobreza. La respuesta inicial del Gobierno socialista fue ampliar el gasto deficitario con medidas keynesianas. Sin embargo, a pesar de este enfoque, la tasa de desempleo española se duplicó en sólo dos años, pasando del 9,6% en el primer trimestre de 2008 al 19,8% a principios de 2010. En la primavera de 2010, la Unión Europea intensificó su presión sobre España y, en mayo de ese año, el Gobierno socialista de Zapatero aprobó el primer paquete de medidas de austeridad, que incluía recortes salariales en el sector público, congelación de las pensiones y recortes en las políticas de igualdad de género y de cuidados.
Las medidas de austeridad se reforzaron durante 2011 y 2012, con dos reformas del mercado laboral y de las pensiones, y agravaron la situación económica del país en lugar de mejorarla. De hecho, la tasa de desempleo alcanzó su máximo en 2013, con un 26,9%. Inicialmente, la crisis económica afectó más a los hombres que a las mujeres, ya que la destrucción de puestos de trabajo afectó en primer lugar al sector de la construcción, dominado por los hombres. Pero pronto la industria de bienes de consumo y los servicios de mercado se vieron afectados y las tasas de desempleo de hombres y mujeres se acercaron. Sin embargo, si la destrucción de empleo ha golpeado a hombres y mujeres por igual, la austeridad tuvo un impacto mucho mayor sobre las mujeres y la igualdad de género, profundizando los desequilibrios existentes antes del estallido de la crisis. La eliminación del Ministerio de Igualdad, la supresión del llamado cheque-bebé, la introducción de graves recortes en el presupuesto dedicado al Sistema de Dependencia, la suspensión del Programa Educa3, destinado a la inversión y ampliación del sistema de educación y atención temprana, los recortes en sanidad y la introducción del copago en determinadas áreas, la congelación de la contratación en el sector público, los recortes salariales de los funcionarios y el aumento de la jornada, las reformas del mercado laboral y de las pensiones, todas estas medidas afectaron fundamentalmente a las mujeres, que son las principales proveedoras de cuidados tanto formales como informales.
A partir de 2014, los datos macroeconómicos parecían apuntar al fin de la recesión, y las comparecencias gubernamentales y los medios de comunicación se inundaron del discurso de recuperación. De hecho, en la evaluación anual de la economía española de julio de 2017, el FMI elogió a España por su «impresionante» recuperación económica y su fuerte creación de empleo. Pero, como destacó poco después el informe de FOESSA, los datos macroeconómicos no son una buena medida del progreso social (FOESSA 2017). La verdad es que la creación de empleo se limitó principalmente al empleo no estándar (de baja calidad) como los empleos temporales, los empleos a tiempo parcial desregulados, o los falsos autónomos, por lo que se destruía tan rápido como se creaba. Y la tasa de paro seguía siendo del 16,5% en el cuarto trimestre de 2017. De hecho, el número de hogares con todos sus miembros activos en paro aumentó hasta los 1.210.500, de los cuales 310.200 eran unipersonales, principalmente de mujeres.
Según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2016, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, la tasa de pobreza había aumentado y también el número de hogares con problemas para llegar a fin de mes, por lo que no es de extrañar que la tasa de pobreza infantil aumentara de forma subestatal (el 40% de los niños en España vivían bajo el umbral de la pobreza según Unicef). Así pues, parece que la crisis económica y las medidas de austeridad introducidas en los aquellos años subvirtieron el equilibrio de poder en la sociedad, desposeyendo a muchas personas, con enormes efectos sociales y de género.
El presente documento se divide en cinco secciones. La primera describe la evolución de la crisis económica en España desde 2008. La segunda sección da cuenta de las medidas de austeridad y las políticas corporales regresivas que se introdujeron durante el período 2010-2017. La tercera sección se propone evaluar el impacto de la crisis, y de las respuestas políticas introducidas para supuestamente combatirla, sobre la situación de las mujeres y la igualdad de género. En la cuarta se repasan las principales luchas feministas contra las políticas de austeridad y del cuerpo durante el mencionado período. Para finalizar, la última sección describe cómo la austeridad transformó la escena política española.
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