Los socialdemócratas ganan las elecciones en un escenario de fragmentación parlamentaria

Vera Bartolomé y Amelia Martínez Lobo
  • Ninguno de los dos bloques, izquierda y derecha, suman mayoría.
  • La ultraderechista VOX, sin representación parlamentaria hasta hace seis meses, se consolida como tercera fuerza política.
  • El fantasma de unas terceras elecciones aparece como posible escenario político, aunque la posibilidad de un acuerdo de investidura y de una gran coalición, al estilo europeo, parece ser la opción preferida de Sánchez, quien ya ha dejado claro que no gobernará con Unidas Podemos.
  • La cuestión catalana, la sentencia del procés, los disturbios en Cataluña, y la exhumación de Franco han marcado la campaña electoral.

La cita electoral significan las cuartas elecciones en menos de cuatro años, marcadas por el fracaso de la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos. Estas elecciones nos dejan una foto fija del momento actual, que se parece más al resto de los parlamentos en Europa que al bipartidismo tradicional del estado español: un parlamento cada vez más fragmentado; un Partido Socialista abrazando el social liberalismo; una extrema derecha sin complejos ni tabúes: misógina, racista, xenófoba y al servicio de las élites; un partido conservador neoliberal y unionista; unos liberales que se centran más en la unión del Estado Español que en medidas liberales desde la economía; y una izquierda transformadora con una representación notablemente superior que en otros países.

El PSOE vuelve a ganar las elecciones

El Partido Socialista vuelve a ganar las elecciones, pero con menor representación parlamentaria Se queda en 120 escaños, 3 menos que hace 6 meses. Unidas Podemos pierde 7 escaños, pero demuestra que su electorado fiel y su suelo electoral es alto, siendo la 4ª fuerza parlamentaria. El conservador Partido Popular recupera escaños, beneficiado por una ley electoral que ningún gobierno termina de modificar. VOX crece exponencialmente y se consolida como 3ª fuerza en el Parlamento. Ciudadanos es el gran perdedor de estos comicios, castigado por su electorado por sus pactos de gobiernos regionales con la extrema derecha de VOX.
La desafección y el cansancio entre la población son la tónica general entre gran parte de la población, que asisten atónitos e incrédulos a un espectáculo político. Sin embargo la participación se sitúa en números similares a las elecciones de 2015 y 2011.

El PSOE ha dejado claro que no aceptará un gobierno de coalición con Unidas Podemos dentro del ejecutivo. Después de que UP rechazara la oferta de una Vicepresidencia y 3 ministerios el pasado verano, el PSOE se negó a negociar de nuevo un gobierno de coalición que precipitó la convocatoria de nuevas elecciones.

Pedro Sánchez erró en su cálculo electoralista y la fuerza del PSOE sigue sin ser suficiente para formar gobierno. Por ello, durante la campaña, que de facto empezó ya en verano tras las negociaciones fallidas, Sánchez empezó a mirar a la derecha. Al principio de manera timorata, apelando a la responsabilidad de estado y a la cuestión catalana. En plena campaña, esos guiños y virajes a la derecha, ya era evidentes. En ese sentido, la figura de Nadia Calviño no es baladí. Su propuesta como Ministra de Economía es toda una declaración de intenciones: el PSOE no quiere asustar a la patronal y seguirá los dictados de Bruselas, continuando con la senda neoliberal, de ajustes y recortes cuando la recesión económica se haga aún más evidente (los datos de desempleo de Octubre son los peores desde 2012).

La izquierda transformadora baja pero se consolida Unidas Podemos pierde 7 escaños, pero se consolida como 4ª fuerza del Estado español.

Durante la campaña, UP ha seguido la misma línea que en las pasadas elecciones de abril y que durante el proceso de negociación: entrar en el gobierno con el PSOE ya que es la única manera de garantizar que el PSOE aplica medidas progresistas y en favor de las clases trabajadoras. Esta posición ha sido vista por parte de un electorado progresista como una táctica para tocar poder y “conseguir sillones”. Pero por otros sectores progresistas, ha sido la estrategia que ha permitido quitarle la careta al PSOE: que no es tan de izquierdas como dice ser y que se siente más cómodo llegando a acuerdos con la derecha. Sea como fuere, UP es capaz de mantener un suelo electoral alto a pesar de Cataluña, de la escisión de Más País y de la desafección y hastío generalizadas.

Más País no cumple las expectativas

El partido de Íñigo Errejón, escisión de Unidas Podemos, no se presentó en todo el estado. Sólo en 2 de las 18 provincias donde se presentó , ha conseguido sacar representación parlamentaria. La publicidad de partido solvente institucionalmente, responsable, con sentido de estado, no ha calado en el electorado. Por tanto, la pretensión de ser clave para el desbloqueo político se he mostrado fallida a todas luces.
El bloque de las derechas se mantiene pero con cambios en su interior.

El bloque de las derechas no consigue los números para formar gobierno por un trasvase interno de votos presumiblemente. La división de la derecha no les ha ayudado tampoco.

El Partido Popular se consolida como principal fuerza política del bloque, ascendiendo a 87 escaños, 21 más que en las elecciones celebradas el pasado 28 de Abril. Esta subida se puede deber a una fuga de votos desde el liberal Ciudadanos. En cualquier caso un mal resultado que la formación azul esperaba que fuera de alrededor de 100 escaños.

VOX en una campaña de corte abiertamente xenófobo y machista a la vez que extremadamente neoliberal en lo económico, ve cómo su representación parlamentaria aumenta exponencialmente, pasando de 24 a 52 escaños. El buque insignia de su propuesta ha sido la “unidad de España”. Las encuestas muestran que el tremendo aumento y despegue de VOX ha estado ligado también a la exhumación de Franco. Por tanto, nos hallamos ante un actor político con relativa fuerza parlamentaria que representa el franquismo atávico de la sociedad española que hasta ahora convivía dentro del partido conservador y que este desgaje a su derecha da rienda suelta a discursos extremadamente peligrosos.

Ciudadanos sufre un varapalo, condenándolo a la irrelevancia parlamentaria, pasando de 47 a 10 escaños. Durante la campaña abogó abiertamente por un desbloqueo de la situación parlamentaria, siendo su socio preferente el PP, pero sin cerrar la puerta a apoyar al PSOE en la investidura. En cualquier caso, gracias a la bajada de esta formación política las derechas ven imposible la conformación de gobierno.
Los partidos independentistas y nacionalistas como elemento clave.

Desde hace décadas los partidos nacionalistas catalán y vasco han colaborado con el bipartidismo para sacar adelante gobiernos, siendo de facto los partidos bisagra en el Congreso. Sin embargo desde que estalló el conflicto catalán el PSOE se muestra más proclive a pactar con liberales y conservadores que con Unidas Podemos y con la abstención de los sectores nacionalistas e independentistas.

En esta ocasión la sentencia del procés y los subsiguientes disturbios han marcado la agenda política de la precampaña y la campaña. Como resultado hay una abultada mayoría de representantes progresistas entre los diputados/as elegidos en Catalunya.

La CUP, partido independentista anticapitalista entra en el parlamento con 2 escaños, Esquerra Republicana de Catalunya, independentistas socialdemócratas pasa de los 15 escaños a los 13 y Junts Per Catalunya gana 1 escaño situándose en 8. Por tanto, el soberanismo catalán se ve reforzado en el Congreso.
El Partido Nacionalista Vasco y EH Bildu salen reforzados, con un escaño más cada uno.

Asimismo obtiene representación parlamentaria otros grupos políticos regionales, muchos de ellos con representación reciente de las pasadas elecciones o de estas como los gallegos BNG, los aragoneses Teruel Existe o el Partido Regionalista Cántabro. Esto denota que el eje territorial marca no solo en relación a Catalunya sino en general en todo el país.

Sin opciones claras

La jugada de Pedro Sánchez de repetición electoral no resuelve su incapacidad de crear gobierno, y lo que es más, se le complica. Además ha abierto la puerta a una gran presencia de la ultra derecha.
El eje territorial ha marcado los resultados viéndose cómo hay un aumento de los votos nacionalistas y regionalistas por un lado y por el otro el aumento de VOX.

Por otro lado, la subida del PP y el mantenimiento del PSOE con pocas variaciones indica que los partidos tradicionales del bipartidismo aunque debilitados, no mueren.

En resumen, a pesar de la fragmentación parlamentaria al estilo europeo, la lógica de bloques sigue operando en el estado español. Pero ninguno de los dos bloques suma mayorías y por tanto es necesario contar con nacionalistas e independentistas para llegar a acuerdos, ya sean de investidura, programáticos o presupuestarios.

En la actualidad el PSOE se encuentra de nuevo en la tesitura de intentar de nuevo un gobierno en solitario con la abstención de PP y Ciudadanos o de llegar a un acuerdo con nacionalistas, independentistas y la izquierda. Una tercera opción sería la gran coalición. En cualquiera de los casos no hay la correlación de fuerzas necesaria para poner en marcha políticas transformadoras en materia social, de género, poniendo la vida y las condiciones materiales de la clase trabajadora en el centro.