De personas y ganados
Comentarios sobre la próxima presidencia alemana del Consejo de la UE en el contexto del proyectado acuerdo comercial UE-MERCOSUR
Albaricoques rojos
En su última novela, Serotonina, el escritor francés Michel Houellebecq trata del amor y la agricultura. El narrador en primera persona, Florent-Claude Labrouste, rompe la relación con su pareja, abandona su trabajo como asesor del Ministerio de Agricultura francés y se aventura a desenmarañar los hilos de su propio pasado. Uno de esos hilos lo lleva a su viejo amigo y compañero de estudios Aymeric, el único de su clase que decidió convertirse en agricultor después de estudiar ingeniería agraria. En ese momento, Aymeric y los demás productores de leche de Normandía están protestando contra la política lechera de la Unión Europea, que ya ha ocasionado el suicidio de algunos de sus compañeros de profesión. Las protestas de los granjeros se intensifican y Labrouste acaba siendo testigo de cómo su viejo amigo se pega un tiro ante las cámaras durante un dramático enfrentamiento con la policía. Pero los productores de leche de Normandía no serán las únicas víctimas de la política agrícola dictada por la lógica del liberalismo económico:
«…en cuanto se firmasen los acuerdos de libre intercambio que se negociaban actualmente con los países del Mercosur, era evidente que los productores de albaricoques del Rosellón no tendrían ya ninguna posibilidad, la protección que ofrecía la denominación de origen ‘albaricoque rojo del Rosellón’ no era más que una farsa ridícula, la invasión de albaricoques argentinos era inevitable, ya se podía considerar virtualmente muertos a los productores de albaricoques del Rosellón, no quedaría ni uno, ni uno solo, ni siquiera un superviviente para contar los cadáveres.»[1]
Labrouste predice que algún día la política que lleva a los productores de lácteos al suicidio arruinará a otros, si se concluye un acuerdo de libre comercio con los estados del MERCOSUR.
Hasta aquí la trama de la novela de ficción; pero, por desgracia, este acuerdo no es imaginario. ¿Qué sentido tiene un acuerdo que, según Houellebecq, es tan mortal que al final no quedaría nadie para contar los cadáveres?
La «ola rosa«
A principios de los años 90, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay acordaron establecer una zona de libre comercio, el «Mercado Común del Sur» o MERCOSUR, que se convirtió en una unión aduanera en 1995 al establecerse un arancel externo común. Siguiendo el ejemplo de la Unión Europea, el objetivo era crear un mercado interior común para la libre circulación de bienes, mano de obra y servicios, basado en el fundamento ideológico del libre comercio. En junio de 1999, apenas diez años después de los albores del MERCOSUR, se iniciaron las negociaciones entre éste y la Unión Europea sobre un acuerdo conjunto de libre comercio, lo que constituía un paso lógico en la aplicación de la política de liberalización económica que caracterizó todo ese período.[2] Sin embargo, las negociaciones fueron lentas desde el principio, en parte porque los neoliberales de los países del MERCOSUR fueron reemplazados por gobiernos de izquierda a principios de la década de 2000. Este cambio afectó a Brasil (2003), Argentina (2003), Uruguay (2005) y, a partir de 2008, también a Paraguay. Dichos países cuestionaron el mantra del libre comercio, promoviendo en cambio una orientación más fuerte hacia la integración latinoamericana. Como resultado de esta «ola rosa», las negociaciones entre la UE y el MERCOSUR se estancaron cada vez más y llegaron temporalmente a un punto muerto. Sin embargo, los ideólogos del libre comercio han demostrado su capacidad de persistencia junto con su poder financiero: tras los reveses políticos de los últimos años (los gobiernos de Paraguay y Brasil fueron destituidos por métodos de dudosa legitimidad democrática), las negociaciones no sólo se reanudaron rápidamente sino que se aceleraron para no correr el riesgo de ser frenadas nuevamente por el cambio político, que de hecho ya había comenzado en Argentina. Así pues, en 2019 se aprobó a toda prisa una declaración política de intenciones en la que las partes se comprometían a concluir el acuerdo lo antes posible, aunque las negociaciones estaban aún a medio camino y, por tanto, las consecuencias de un acuerdo eran difíciles de prever.
El siguiente paso estaba proyectado para la segunda mitad de 2020. Alemania se proponía «ultimar» el acuerdo durante su presidencia de la UE. En un proyecto de documento sobre las prioridades de la presidencia alemana, preparado por el gobierno alemán antes de la erupción del coronavirus, el acuerdo con el MERCOSUR figuraba entre los temas que encabezaban la agenda.[3] Cabe sugerir que esta orientación también fue impulsada en gran medida por los intereses del tambaleante sector automovilístico alemán, que espera nuevos mercados de venta en la región del MERCOSUR. Lo mismo puede decirse naturalmente de otras industrias alemanas de exportación, como lo son la ingeniería mecánica o la industria química. Después de todo, el MERCOSUR a veces cobra derechos de importación de más del 30% sobre esos productos. La pandemia del coronavirus se interpuso en el camino de estos esfuerzos, y el nuevo proyecto de prioridades de la presidencia alemana sólo menciona marginalmente los esfuerzos por llegar a un acuerdo en el Consejo con respecto al MERCOSUR.
Sin embargo, esto no significa en absoluto que el acuerdo se haya retirado del orden del día. Lamentablemente, ante el colapso de las exportaciones de la Unión Europea, es comprensible que se intente relanzar conceptos de política comercial que ya han fracasado, presentándolos como una forma de salir de la crisis. Es probable que Alemania, en particular, al ser un país orientado a la exportación, tenga mucho que ganar, pero otros países de la Unión Europea también dependen en gran medida de las exportaciones. La Comisión estima que el comercio exterior corresponde a casi el 35% del PIB europeo y que uno de cada siete puestos de trabajo en la UE depende de las exportaciones, lo que equivale a un aumento de dos tercios con respecto al año 2000.[4] Por otra parte, hay sectores y regiones de la UE que se ven amenazados por el aumento de las importaciones procedentes del MERCOSUR, ya que éstas podrían, como describe dramáticamente Houellebecq, acabar con los productores locales. Se trata principalmente de productos agrícolas, y no sólo de albaricoques rojos, sino también, por ejemplo, de cereales, bioetanol y carne de vacuno proveniente de Brasil y Argentina. Estos productos podrían inundar los mercados europeos.[5] En consecuencia, el acuerdo comercial suscita protestas dentro de la UE, y es precisamente a través de estas fallas en la configuración comunitaria que el acuerdo todavía podría ser derribado.
Por un lado, como ya se ha mencionado, Alemania es una vehemente partidaria del acuerdo, pero España, habida cuenta de sus estrechos lazos económicos con América Latina, también lo apoya. Por otra parte, en Francia prevalece el escepticismo, y también se levantan voces críticas en Irlanda, los Países Bajos y la región belga de Valonia, notoria por su oposición a los acuerdos comerciales. En los Países Bajos, una reciente decisión parlamentaria pedía al gobierno que no ratificara el acuerdo, y hubo una decisión similar contra el acuerdo en Austria. Al otro lado del Atlántico también hay señales de ruptura. El nuevo gobierno de centro-izquierda argentino ha hecho hincapié en que quiere adherirse al acuerdo UE-MERCOSUR, pero por otro lado ha cuestionado el sentido del MERCOSUR, dado que los estados miembros individuales están negociando sus propios acuerdos de libre comercio cada uno por su cuenta.
Así pues, cabe esperar que algunos parlamentos o gobiernos se opongan al acuerdo. Sin embargo, el pasado también ha demostrado que tales procesos parlamentarios y democráticos fueron simplemente ignorados por la Comisión de la UE o por los gobiernos de los estados
miembros. En vista de ello, si se quiere hacer caer el acuerdo, no se puede confiar en la eficacia de la oposición que se viene manifestando hasta ahora. Será necesaria una presión adicional de la sociedad para obligar a los gobiernos a cumplir su palabra. Pero, ¿por qué debe descartarse el acuerdo?
Rumpelstiltskin
El verano pasado, los cielos sobre el Amazonas, y las pantallas de televisión del mundo entero, se nublaron debido a los incendios forestales en la región del Amazonas, de una magnitud sin precedentes. Es muy probable que este verano volvamos a ver imágenes parecidas, porque los fuegos son hechos por el hombre, es decir, individuos que bailan alrededor de las llamas en alegre expectativa de beneficios económicos. Al fin y al cabo, así es como se crean, con connivencia política, los pastizales para la cría de ganado, también con el objetivo de aumentar las exportaciones de carne de vacuno a la UE.
Por lo tanto, el caldo de cultivo en el que florecerá el acuerdo UE-MERCOSUR no consistirá sólo en los cadáveres de los cultivadores de albaricoques del Rosellón, de los que habla Houellebecq, sino también en la destrucción de biotopos únicos y del hábitat de la población autóctona brasileña. En este contexto, una red europea que agrupa a numerosas organizaciones medioambientales y de derechos humanos se está movilizando actualmente contra el acuerdo UE-MERCOSUR y viene publicando material informativo sobre los peligrosos efectos del acuerdo. La Fundación Rosa Luxemburg también ha publicado recientemente un estudio que muestra cómo las empresas químicas alemanas siguen exportando a América Latina plaguicidas no aprobados en la UE por razones ambientales y de salud. Dicho estudio pone de relieve el terrible impacto que estas prácticas, que serían fomentadas por el proyectado acuerdo comercial, tienen en la población local.[6] En una carta abierta a la Presidencia alemana del Consejo, la red de ONG «Seattle to Brussels» pide al gobierno alemán que reconsidere su posición, y a la Comisión de la UE y a los estados miembros de la UE, que pongan fin al acuerdo.[7]
La Bella Durmiente
Más allá de los efectos sobre el clima, sobre el medio ambiente y sobre los pequeños agricultores, en los últimos años se ha puesto de manifiesto que esos acuerdos de libre comercio están concebidos para sostener, muy especialmente, el afán de lucro de las empresas transnacionales, al allanar el camino para una globalización económica que aumenta cada vez más la desigualdad entre los países y dentro de ellos. La crisis del coronavirus también ha demostrado la fragilidad de estas cadenas de producción y comercio entrelazadas a nivel mundial, que no están orientadas al suministro de bienes y servicios sino a la maximización de los beneficios, a despecho de la crisis sanitaria y del consiguiente aumento de las medidas aislacionistas nacionales.
Hace tiempo que se ha desatado un acalorado debate sobre la necesidad de dar marcha atrás a esta forma de globalización económica. Algo sorprendida, pero aún plácidamente acostada en el fondo del mercado «libre», la Comisión permanece en un estado de inacción parecido al de la Bella Durmiente, esquivando los intentos de despertarla de su dichoso sueño y bisbiseando para ello vagas banalidades («resiliencia») y expresiones hueras («una Europa que protege en acción sin ser proteccionista”).[8] Tanto más fuerte, entonces, deberá ser la llamada de atención por parte de las fuerzas progresistas para iniciar finalmente un replanteamiento de la política comercial. Detener el acuerdo del MERCOSUR sería una excelente manera de emprender esta tarea.
[1] Houellebecq, M. (2019). Serotonina. Editorial Anagrama, Barcelona.
[2] La idea de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) también cobró ímpetu en los años 90.
[3] Bonse, E. (2020). Berlin will Mercosur durchdrücken. taz, 2 de abril de 2020. Disponible en: https://taz.de/Plan-fuer-deutsche-EU-Praesidentschaft/!5673739&s=mercosur/ (sólo en alemán)
[4] Comisión Europea (2020). A renewed trade policy for a stronger Europe. Nota a consulta, 16 de junio de 2020. Disponible en: https://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2020/june/tradoc_158779.pdf (sólo en inglés)
[5] Hay planes para aumentar los contingentes de importación de carne de vacuno en casi 100.000 toneladas (alrededor del 50%) y de bioetanol en 650.000 toneladas (600%). Véase Fritz, T. (2020). EU-Mercosur Abkommen – Risiko für Klimaschutz und Menschenrechte. MISEREOR/Greenpeace/Dreikönigsaktion, Aquisgrán/Hamburgo/Viena. Disponible en: https://www.misereor.de/fileadmin/publikationen/studie-EU-mercosur-abkommen-risiken-fuer-klimaschutz-und-menschenrechte.pdf (sólo en alemán)
[6] Luig, B. et al. (2020). Gefährliche Pestizide von BASF und Bayer. Campanha Permanente Contra os Agrotóxicos e Pela Vida/Khanyisa/Rosa-Luxemburg-Stiftung/INKOTA/MISEREOR, Aquisgrán/Berlín/Johannesburgo/Port Elizabeth/Río de Janeiro. Disponible en: https://www.rosalux.de/publikation/id/42000/ (sólo en alemán)
[7] http://s2bnetwork.org/paralizar-y-repensar-el-acuerdo-comercial-ue-mercosur/
[8] Discurso del comisario Phil Hogan con motivo del lanzamiento de una consulta pública sobre la revisión de la política comercial de la UE – Evento auspiciado por el IUE de Florencia, 16 de junio de 2020. Disponible en: https://ec.europa.eu/commission/commissioners/2019-2024/hogan/announcements/speech-commissioner-phil-hogan-launch-public-consultation-eu-trade-policy-review-hosted-eui-florence_en (sólo en inglés)
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