Liderazgo, poder y no violencia
Primer workshop sobre el informe Feminise politics now!
El primer paso para la feminización de la política, según el documento, es que las organizaciones de izquierda reconozcan que dentro de sus estructuras también hay machismo. El manual Feminise Politics Now! busca precisamente democratizar las organizaciones de izquierda para que sean verdaderamente feministas. Las autoras eligieron el municipalismo como marco de estudio porque lo consideran la arena perfecta para practicar la feminización de la política, a través del aprendizaje desde la práctica y de la construcción de nuevas narrativas que parten de preocupaciones comunes. El feminismo enfatiza la importancia de lo pequeño, de lo relacional, de las cuestiones del día a día, y cuestiona la separación artificial entre lo político y lo personal. El marco del Estado Nación es, por el contrario, una manera muy masculina de entender el poder. Partiendo de esta base, las autoras señalan que, a pesar de que el feminismo esté incluido en la agenda municipalista, la feminización de la política está aún en discusión.
Liderazgo, poder y no violencia
En este primer encuentro se abordaron tres cuestiones fundamentales, como son el liderazgo, el poder y la no violencia.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que las cualidades que se asocian tradicionalmente al liderazgo son masculinas, y que ese liderazgo tradicional es antidemocrático, porque no comparte la toma de decisiones ni la responsabilidad. Por último, los problemas políticos no suelen ser técnicos, aunque el diagnostico masculino suele ser ese. Por tanto, feminizar este punto pasaría por un liderazgo que fuera capaz de hacer a todo el grupo partícipe de los problemas y de las soluciones. En definitiva, partícipes de la organización. Cabe destacar la importancia de no ser imprescindible.
Por otro lado, el poder, si lo entendemos como dominación es evidentemente un concepto criticado desde el feminismo, pero debemos estudiar el poder como herramienta de cambio. En este sentido, las autoras señalan algunos grandes retos del feminismo desde el punto de vista del poder: la necesidad de fomentar la cooperación; el riesgo de que las personas con actitudes feministas sean expulsadas de los espacios de toma de decisiones; el hecho de que nunca sea el momento de abordar este asunto porque las organizaciones siempre tienen «algo más importante o más urgente» que hacer; o la dificultad con que se encuentran los movimientos sociales para mantener sus prácticas feministas cuando llegan a las instituciones y se ven arrollados por dinámicas patriarcales.
Como último punto, se abordó la violencia patriarcal, presente en todas las agendas feministas, y que sin embargo requiere de especial atención cuando hablamos de cómo afrontarla dentro de las estructuras de las organizaciones. Para ello, según explican las autoras, necesitamos identificar qué entendemos por violencia, y cómo podemos transformarla o simplemente hacerla desaparecer. En este sentido, Zugasti destacó el proyecto de Ciudad Futura, en Argentina, que cuenta con un protocolo contra la violencia dentro de la organización y que empieza por distinguir entre la violencia intolerable y la que puede servir como herramienta de aprendizaje colectivo. En el caso de la primera, quien la ejerce es expulsado de la organización. En el caso de las segundas, se trabaja de manera colectiva para hacerla desaparecer.