Elecciones clave en Madrid
El próximo 4 de mayo habrá elecciones en la Comunidad de Madrid. La actual presidenta del Partido Popular ha llamado a elecciones tras anunciarse una moción de censura en Murcia, que podría haber tenido su réplica en Madrid. Para evitar una eventual pérdida del gobierno, prefirió convocar nuevas elecciones ante los buenos pronósticos para los Populares en las encuestas.
Pablo Iglesias anunció la semana pasada que dejará la Vicepresidencia segunda del gobierno para ser candidato por Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid. Este golpe de efecto cogió por sorpresa a la mayoría y acarrea varias consecuencias.
En primer lugar, deja a Yolanda Díaz, actual ministra de trabajo, como sucesora en la Vicepresidencia y con mucha probabilidad como siguiente candidata a la presidencia del gobierno. Díaz es una de las políticas mejor valoradas, entre otras cosas por los mecanismos de protección a las trabajadoras durante la pandemia, además de no ostentar ningún cargo orgánico en Izquierda Unida o Podemos. Yolanda Díaz tiene una amplia trayectoria sindical y ha sido un cuadro y figura relevante en Izquierda Unida y el Partido Comunista.
Más Madrid (vinculado a la figura de Iñigo Errejón, creada a través de una escisión de Podemos) rechazó la propuesta lanzada por Iglesias de ir en una sola candidatura. Los motivos, más allá de disputas internas, no parecen claros. Es cierto que dada la ley electoral en la Comunidad de Madrid, muy proporcional, no tiene por qué significar conseguir menos escaños. Pero también supone un desencanto para cierto sector progresista ver de nuevo que tiene que elegir entre dos papeletas. En cualquier caso, las encuestas les dan alrededor de un 11% de intención de voto.
La campaña
La campaña, que se lanzó desde la derecha trumpista liderada por la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, surge con el lema “Socialismo o Libertad”. Con el anuncio de Iglesias, se transformó en “Comunismo o Libertad”. Una campaña de polarización y también de caricaturización por parte de la derecha, que mira con buenos ojos a sus socios de VOX, haciendo incluso de altavoz de sus discursos y propuestas, como, por ejemplo, el polémico pin parental.
Iglesias trata de articular una campaña que le aleje del marco de la polarización. Su estrategia es, por el contrario, apelar a las clases trabajadoras de los barrios obreros y tratar de movilizar ese voto, que históricamente en Madrid ha ido a la abstención. De este modo, la campaña de UP se basa en la centralidad de los servicios públicos y defensa de los derechos sociales emanados de la Constitución. En este sentido, la defensa de la vivienda como un derecho básico vertebrará probablemente la campaña. Es precisamente la regularización del mercado de la vivienda lo que más escollos está trayendo en el seno del gobierno central a día de hoy. Además, la defensa de la vivienda es de las pocas cuestiones movilizadoras que aún quedan en las calles, tras un año de pandemia y un ciclo del que sólo el movimiento feminista salió reforzado.
Iglesias asume, esto sí, sin ambages, la lucha antifascista, apelando a un frente único como muro de contención.
La política madrileña siempre ha tenido una lectura en clave estatal. Y este no es un caso diferente. Unidas Podemos ha perdido escaños en todas las elecciones que ha habido desde 2019. Las encuestas en cambio ya notan el “efecto Pablo Iglesias” haciendo que su formación pase de una estimación de voto del 5,4% al 9,5%. Necesitan recomponer el partido desde Madrid, siendo vistos como útiles, pero diferenciándose del PSOE, y abandonar la posición de subalternos a los socialdemócratas. Un triunfo para la formación morada sería poder reeditar el acuerdo de gobierno de coalición que hay a nivel estatal, siendo sin lugar a dudas la estrategia a seguir de Unidas Podemos. Un triunfo menor, pero no despreciable, sería que Unidas Podemos mantuviera el grupo parlamentario en la Asamblea regional y que el PP perdiera, por primera vez en 25 años, la presidencia de la Comunidad de Madrid, entrara o no UP en el gobierno.