Feminización de la política
¿Cómo podemos hacer que nuestras organizaciones sean más democráticas? ¿Cómo podemos hacer que nuestro trabajo y activismo sea más inclusivo en la práctica? ¿Cómo podemos asegurarnos como activistas, profesionales, educadores, ciudadanía, movimientos y organizaciones, de que aplicamos los valores feministas en el trabajo y en nuestra vida cotidiana?
Estas preguntas han estado en la mente de las izquierdas y las feministas durante mucho tiempo y han sido abordadas en profundidad por el movimiento municipalista, que ha desarrollado prácticas diseñadas para democratizar la política y, por tanto, poner el feminismo en el centro del escenario. Esta publicación ofrece una visión de lo que el movimiento ha aprendido en su experiencia política como municipalismo. El resultado es un conjunto de herramientas que pueden ser adoptadas, ajustadas y aplicadas por organizaciones, movimientos y activistas con ideas afines.
Hace unos años, cuando la ola municipalista recorrió las principales ciudades, especialmente en el Estado español, inspirando a las ciudades «rebeldes» o «fearless» de muchos países, los movimientos y actores de izquierda contuvieron la respiración. Tras la crisis económica y la consiguiente imposición de duras medidas de austeridad y mientras que en otros lugares la (extrema) derecha estaba acumulando enormes beneficios al convertir en chivos expiatorios a los miembros más pobres y vulnerables de la sociedad, en este caso se trataba de un movimiento progresista, positivo y constructivo que respondía eficazmente a un sistema que había fracasado en innumerables sociedades. El municipalismo aprovechó una amplia gama de luchas locales por la solidaridad en un intento de dar forma a la agenda y transformar radicalmente la política. ¡Y tuvo éxito al ganar las elecciones! Desde entonces, el programa participativo radical del movimiento municipalista ha revitalizado el debate en la izquierda sobre cómo puede ser la democracia en la práctica, y el nuevo municipalismo se ha convertido en un escenario para practicar el feminismo. Esto no debería sorprender, ya que el feminismo está en la agenda política del nuevo municipalismo en forma de intentos de feminizar la política. La crítica de las municipalistas a las instituciones refleja muchos aspectos de la crítica feminista de la democracia liberal. En efecto, su énfasis en la empatía, el cuidado, la unión, el compartir y la no violencia representa un verdadero cambio de paradigma en la cultura política, un paso hacia adelante que las feministas han intentado dar durante mucho tiempo.
El enfoque del nuevo municipalismo en los procesos políticos nos permite ver la política como un ámbito que puede servir para crear comunidades, capacitando a las personas para que se cuiden a sí mismas, a sus pares y a otros y otras. Proporciona amplios elementos de reflexión sobre nuestras propias prácticas, prejuicios y suposiciones no reconocidas para evitar la reproducción de las divisiones estereotipadas del trabajo y la responsabilidad. Esta perspectiva se deriva de la comprensión de que el activismo político centrado en la mutualidad, la justicia social, la igualdad y la pluralidad tiene que basarse en prácticas que apliquen estos valores. Además, el municipalismo considera el poder como una fuerza positiva y creativa para superar los prejuicios locales, económicos, patriarcales y racistas y otras formas de dominación y explotación. Aunque el municipalismo se presenta en diversas formas, sus variantes comparten puntos comunes fundamentales. En general, el enfoque formula preguntas importantes y desarrolla respuestas dinámicas y practicables en consonancia con las diversas necesidades. Entre otras muchas cosas, se pregunta cómo se podrían diseñar las instituciones políticas (incluido el liderazgo dentro de nuestras propias organizaciones, por ejemplo) para asegurar la participación de los grupos desfavorecidos y/o marginados y excluidos. También se pregunta cómo podemos prevenir la cooptación y evitar sucumbir a las razones de las instituciones y estructuras externas existentes, por ejemplo cuando se compite en elecciones o cuando se coopera con otros y otras. Se pregunta cómo podemos crear estructuras de comunidad que permitan compartir la responsabilidad y cuidar de nosotras mismas y mismos y de los y las demás. También se pregunta cómo podemos asegurarnos de que nuestras propias interacciones y comunicaciones no terminen excluyendo a grupos específicos. Y se pregunta cómo podemos utilizar nuestros propios recursos de manera más eficiente sin caer en divisiones estereotipadas del trabajo o agotarnos.
En nuestra fundación, la Rosa-Luxemburg-Stiftung (RLS), creemos que hay muchas lecciones que aprender de la experiencia municipalista, no sólo para las plataformas políticas, sino -de manera crucial- para activistas, los movimientos sociales y las organizaciones de todo el mundo. Durante los últimos cinco años aproximadamente, los «nuevos municipalistas» han experimentado con diferentes prácticas políticas, tratando de que la toma de decisiones políticas incluya a grupos que tienden a mantenerse alejados de la política o son menos vociferantes, y también tratando de transformar radicalmente la política, no tanto en términos de diseñar políticas específicas, sino centrándose más en el proceso político.
Para esta publicación, activistas del movimiento se unieron para compartir y debatir las experiencias de seis ciudades, lo que debería ayudar a aclarar la raison d’être de las medidas propuestas en la “caja de herramientas”. Reflexionan sobre los obstáculos, los desafíos, las contradicciones y las limitaciones a las que se enfrentan y, sobre todo, sobre las formas de superarlos. Sus aportaciones nos invitan a reflexionar sobre nuestras propias organizaciones y a pensar en nosotras y nosotros mismos. Muchos escenarios serán familiares para las y los lectores y, por lo tanto, constituyen excelentes puntos de partida para tratar de adoptar las ideas extraídas de la “caja de herramientas”. Por supuesto, esta no es más que una contribución al debate sobre la feminización de la política, alimentando un diálogo que apenas ha comenzado. Por lo tanto, agradecemos a todas las mujeres* que han participado en la elaboración del conjunto de instrumentos por su apertura y voluntad y por permitirnos participar en su proceso, aprender de él y construir sobre él.
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