Elecciones legislativas en Portugal fruto del rechazo de los socialistas a pactar con las fuerzas de izquierda

Amelia Martínez Lobo
  • La amenaza de nuevas elecciones si no había acuerdo presupuestario estuvo sobre la mesa desde el inicio de las negociaciones, a pesar de no haber obligación constitucional de disolución del parlamento si los presupuestos no son aprobados.
  • El actual primer ministro socialista, António Costa, convoca elecciones buscando obtener mayoría absoluta, con la táctica Macron, apostando por un centrismo que expulse a la izquierda de posiciones de poder en la economía y en las relaciones laborales.
  • El Bloco de Esquerdas ha condicionado su apoyo a los presupuestos a modificar cuestiones en sanidad, pensiones y derechos laborales, estos últimos, aún sujetos a las reformas tremendamente lesivas de la troika.

Breve balance del gobierno de la geringonça*

Los 4 años de geringonça, gobierno del partido socialista (PS) con apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda (BE) y del Partido Comunista (PCP), han supuesto una marcha atrás en las políticas de austeridad, herencia de los negros años de memorándum y políticas de la troika aplicadas en Portugal, bajo el gobierno de centro derecha (PSD) y populares (CDS-PP). También ha sido una experiencia marcada por las tensiones y los conflictos.

Las fuerzas parlamentarias de izquierda afirman que las medidas acordadas no se han cumplido de manera completa. Cada año, con la negociación de los presupuestos generales se desencadenaban tensiones, pero que servían para ir avanzando en la agenda progresista y de protección social, en materia de universidades, sanidad, incremento del salario mínimo, etc.

Uno de los principales focos de disenso y bloqueo han sido precisamente los tratados europeos. En este estudio encabezado por Francisco Louça, economista, histórico dirigente del Bloco y miembro del Consejo de Estado de Portugal, ya se apuntaban los límites de las políticas económicas progresistas dentro de los marcos y arquitectura de la Unión Europea.

Pero no sólo. Ninguna medida para reformar el sistema financiero, calificado de “rentismo parasitario” por las fuerzas de izquierda, ni las leyes laborales impuestas por la troika fueron objeto de negociaciones por parte de los socialistas, con lo que han impedido cualquier tipo de cambio estructural en Portugal.

Las elecciones de 2019: rechazo de los socialistas a reeditar la geringoça

En 2018 ya comenzaron a evidenciarse movimientos del PS hacia un enfrentamiento político que, en vísperas de elecciones, permitiría dramatizar un llamamiento a la mayoría absoluta. Así fue: los socialistas apostaron por un discurso de chantaje sobre la amenaza de la vuelta de la derecha al poder, saliendo reforzados en las elecciones de 2019.

Tras las elecciones de 2019, el Bloco de Esquerda quiso negociar de nuevo un acuerdo para la legislatura, al estilo de los 4 años previos. El Bloco había presentado su programa de mínimos en materia laboral, esto es la eliminación de las regresiones introducidas por la troika: depreciación de las horas extraordinarias, reducción del número de días de vacaciones, y reducción de la base de cálculo de la indemnización por despido de 30 a 12 días por cada año de trabajo.

El PCP, por su parte, rechazó cualquier tipo de acuerdo por escrito, apostando por negociar cada año los presupuestos generales. Con todo esto, el partido socialista optó por esta vía, que le permitía no tener que aceptar ninguna condición previa ni por escrito, ya que no existía el “estado de necesidad” en el que el PS tuvo que negociar en 2015.

Así pues, el gobierno minoritario de los socialistas empezó su nueva andadura en 2019 teniendo que negociar, presupuesto a presupuesto. Y asumiendo cada vez más el chantaje de la crisis política y exhibiendo diferentes formas de hostilidad hacia los partidos de izquierda.

Según Adriano Campos, sociólogo y miembro de la ejecutiva del Bloco, tres elementos ayudan a comprender esta negativa del PS a un nuevo entendimiento. En primer lugar, el alineamiento de António Costa con la táctica Macron, apostando por un centrismo que expulse a la izquierda de posiciones de poder en la economía y en las relaciones laborales. En segundo lugar, la cesión a la presión organizada de la patronal para el mantenimiento de las normas penalizadoras de la troika en las leyes laborales. La búsqueda de la mayoría absoluta, paso necesario para a un reposicionamiento futuro del PS en relación con la izquierda, es la tercera razón y la dirección estratégica de António Costa desde 2015.

Cómo llegamos a las elecciones anticipadas en enero 2022

La pandemia evidenció el débil Estado del bienestar de Portugal: precariedad, altísimos niveles de informalidad, sistema altamente dependiente del turismo, falta de viviendas dignas, entre otros problemas estructurales.

El sistema público de salud colapsó rápidamente por la falta de profesionales. Miles de personas fueron despedidas, ya que aún estaban vigentes las leyes impuestas por la troika en materia de despedidos. Portugal destinó sólo el 5,6% del PIB a medidas extraordinarias durante la crisis, quedando a la cola de la media europea. Este pírrico presupuesto y la falta de políticas públicas de fortalecimiento del estado del bienestar y protección de los trabajares, ahondó las desigualdades en Portugal.

El líder socialista António Costa, en su estrategia al estilo Macron y apelando de nuevo al fantasma de “o yo o la derecha”, rechazó, en su totalidad o parcialmente, todas las propuestas presentadas por el Bloco de Esquerda: sanidad, pensiones, legislación laboral. El PCP por su parte reivindicó la subida del salario mínimo, aumento de las pensiones y aumento del número de plazas en guarderías públicas.

Desde la presentación de la propuesta de Presupuestos, el Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa (PS), amenazó públicamente a los partidos con la disolución del Parlamento en caso de fracaso de la propuesta presupuestaria, a pesar de no existir justificación constitucional (la no aprobación de la propuesta de presupuestos no obliga a la disolución del parlamento). Esto permitió a António Costa reforzar su estrategia de apelar a una mayoría absoluta y a una estrategia de chantaje “o yo, o viene la derecha”.

Tras el rechazo de los presupuestos (sólo contó con los votos a favor del Partido Socialista, y la abstención del PAN – animalistas – y dos diputadas no inscritas), se disolvió el parlamento y habrá elecciones legislativas el próximo 30 de enero de 2022.

Ni las encuestas, ni los resultados de las pasadas elecciones locales auguran cambios sustanciales en la correlación de fuerzas parlamentarias. No parece que vaya a haber un triunfo de las fuerzas conservadoras, ni un auge de la extrema derecha portuguesa, ni tampoco una mayoría absoluta de los socialistas, como anhela António Costa. Hay, por tanto, posibilidad por parte de las fuerzas de izquierda de volver a forzar al partido socialista a negociar nuevos acuerdos progresistas y continuar el camino emprendido por la geringoça en 2015.

Para más información, leer esta entrevista a Jorge Costa, del Bloco de Esquerda, en Jacobinlat.com