El bipartidismo se recupera en España
El presidente Pedro Sánchez, del PSOE, reacciona a la victoria del PP adelantando las elecciones generales al 23 de julio
- Barcelona En Comú, buque insignia del municipalismo transformador, no logra revalidar la alcaldía
- En plazas importantes, Podemos no logra el 5% necesario para obtener representación
- El Partido Popular gobernará la mayoría de las Comunidades Autónomas con el apoyo de la ultraderecha
El Estado español se divide en 17 Comunidades Autónomas, con sus respectivos gobiernos autonómicos, que ostentan competencias importantes como la sanidad, la educación o algunas cuestiones que atañen a la vivienda.
Ayer se votó en 12 de ellas. En todas salvo en Andalucía, Catalunya, Galicia, País Vasco ni Castilla y León, que ya habían celebrado elecciones anticipadas en distintos momentos. Se eligieron, además, las alcaldías de las más de 8.000 localidades del Estado.
Aunque necesitará el apoyo de la ultraderecha de VOX, el Partido Popular se declaró claro vencedor en las elecciones celebradas ayer en el Estado español. Los partidos a la izquierda del PSOE caen notablemente. Ada Colau, líder de Barcelona en Comú, ha quedado en tercera posición. No revalida la alcaldía Adelante Cádiz, con lo que el municipalismo transformador recibe un fuerte varapalo. En los ayuntamientos de Valencia y Madrid, UP se queda fuera por no llegar al 5% de los votos, umbral necesario para obtener representación.
Unidas Podemos tampoco entra en la asamblea de Madrid. En la Comunidad Valenciana y las Islas Canarias hasta ayer formaba parte del gobierno, hoy no tiene representación parlamentaria.
El presidente del Gobierno adelanta las elecciones generales, previstas para diciembre, al próximo 23 de julio para intentar aglutinar el voto de la izquierda y mantenerse en gobierno. El espacio del cambio tiene ahora dos meses para reorganizarse.
Contexto político a medio gas
En un país cuyo motor económico principal está en el sector servicios, las consecuencias de la pandemia fueron muy acusadas. Después, el Estado español no ha escapado de la inflación global que ha seguido a la invasión de Ucrania. La subida de los precios de la energía y del combustible ha sido mucho menor que en el resto de países de Europa gracias a algunas medidas de intervención del gobierno central, en manos de una coalición formada por el PSOE y Unidas Podemos. Aun así, la inflación se ha dejado notar en las pequeñas y medianas empresas, que suponen el 99,8% del tejido empresarial del Estado español y representan el 66% del empleo total.
Por otro lado, al oligopolio en el que operan las grandes cadenas de supermercados, que controlan los precios de los alimentos, hay que sumar la sequía que afecta a España desde hace meses, y que contribuye a una subida generalizada de los mismos.
Por último, cabe destacar que el índice de precios de vivienda registró un incremento interanual del 7,4% en 2022 y, a pesar de la subida del Salario Mínimo Interprofesional, los españoles destinaron de media el 43% de su salario bruto a pagar el alquiler. Es el porcentaje más alto de la última década.
La movilización social no parece terminar de recuperarse del golpe de la pandemia, a la que ya llegó debilitado por el desgaste de años de lucha intensa, del trasvase de cuadros a las instituciones y, sobre todo, de unas “leyes mordaza” que desactivan la calle a base de multas. En todo caso, cabe destacar al movimiento feminista conserva una fuerza importante, como demostró el 8 de marzo, con manifestaciones multitudinarias en todas las capitales de provincia. Para hacernos una idea de la capacidad de convocatoria de los movimientos, podemos tomar como ejemplo Madrid. En el 8M por ejemplo, hubo más de medio millón de personas. Poco antes, el 12 de febrero, más de 250.000 personas salieron a la calle para reclamar la defensa de la Sanidad Pública, y denunciar el proceso de privatización llevado a cabo por el Partido Popular en la Comunidad de Madrid. El 1 de mayo, 60.000 participaron en la manifestación de la capital.
Tregua frágil a la izquierda del PSOE
La irrupción de Podemos (Izquierda) en 2014 y posteriormente de Ciudadanos (derecha teóricamente liberal) en 2015, acabaron con el tradicional bipartidismo del Estado español, en el que el PSOE (socialdemócratas) y el Partido Popular (conservadores) se rotaban en el gobierno. Aun así, España es un país políticamente muy bipartidista, moviéndose siempre en una lógica de bloques (izquierda y derecha) con partidos nacionalistas que han apoyado a ambos indistintamente. Los partidos independentistas, por el momento, solo han apoyado al bloque de izquierdas (con excepción de Junts per Catalunya en algunas ocasiones).
El Estado español está gestionado, por primera vez en la historia de su joven democracia, por un gobierno de coalición, que formaron en 2019 el PSOE y Unidas Podemos. Los y las votantes de izquierdas han acudido a las urnas atravesados por dos realidades: la primera, avances en derechos y una batería de medidas sociales anti-crisis (muy financiadas por la UE) que han sido diferentes a la respuesta a la anterior crisis de 2008, pero notablemente mejorables. La segunda, los roces constantes entre las formaciones ubicadas a la izquierda del PSOE, entre la nueva plataforma llamada Sumar y liderada por la vice presidenta del Gobierno Yolanda Díaz y Podemos, liderado por la ministra de Derechos Sociales Ione Belarra.
Para los partidos, esta cita electoral era relevante además porque ha supuesto la antesala de las elecciones generales que estaban previstas para diciembre. La prueba de esa relevancia es que los resultados de éstas han hecho al presidente adelantar aquellas. En este sentido, hay un dato importante a tener en cuenta: Sumar no ha concurrido a esta cita, pero sí estaba previsto que lo hiciera en diciembre. Estas elecciones se han vivido como un pulso de fuerza entre Podemos y el resto de fuerzas que ya han anunciado su adhesión a la plataforma de Díaz. Cabía esperar que de los resultados de Podemos dependiera su fuerza a la hora de querer imponer o negociar condiciones en su potencial adhesión futura a Sumar.
En los últimos meses, los enfrentamientos más o menos directos entre miembros de estas formaciones han marcado la agenda política a la izquierda de la socialdemocracia. A pesar de no concurrir, Yolanda Díaz ha participado activamente en la campaña electoral, apoyando las candidaturas de Podemos e Izquierda Unida pero también a otras fuerzas como Compromís y Más Madrid, que compiten con los morados en algunas circunscripciones. Ha participado incluso en actos de candidaturas que se enfrentan entre sí, como es el caso de Podemos y Más Madrid en la Comunidad de Madrid. Aunque la forma de participación de Díaz en la campaña ha sido criticada por el exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias, la realidad es que la campaña ha supuesto una pequeña tregua. Está por ver si los resultados de hoy facilitan los acuerdos de futuro o exacerban el enfrentamiento.
Con los resultados en la mano, cabría pensar que una unión de las izquierdas de cara a los comicios de diciembre es la única opción posible de sobrevivir. La decisión del adelantar las elecciones llega al espacio del cambio cuando todavía está asimilando el golpe de anoche, y con poco tiempo para reaccionar.
Es posible que el PSOE pretenda con este movimiento recuperar la fuerza de los tiempos del bipartidismo puro. Está por ver que lo consiga.
Elecciones regionales, campaña estatal
La campaña ha estado concentrada en dos puntos importantes para la izquierda: la recién aprobada Ley de Vivienda -cuya aplicación dependerá de los Gobiernos Autonómicos- y la defensa de los servicios públicos. A ello se ha unido una marcada agenda verde y feminista. Ha habido propuestas locales y regionales, pero en ningún caso se puede afirmar que existen dos propuestas programáticas diferentes en los dos espacios de las izquierdas que antes mencionábamos y que están en proceso de mutación. Por tanto, se constata una unidad de facto a nivel programático en la que muy pocos son los matices entre unas formaciones y otras.
Como hemos explicado, las elecciones eran regionales y municipales. La campaña, sin embargo, ha sido más bien estatal.
Las medidas tomadas por el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz, como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, la reforma laboral, o medidas concretas de protección de los y las trabajadoras, así como las leyes contra las violencias machistas y por los derechos de las personas trans aprobadas por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero, han sido también banderas en las que se han apoyado los candidatos y candidatas del espacio a la izquierda del PSOE.
España es un país plurinacional. Las tensiones territoriales son una realidad, que además la derecha alimenta. Los partidos conservadores agitan la bandera del nacionalismo español para generar una polarización que deja fuera de la agenda mediática los temas que benefician a las izquierdas transformadoras.
En las elecciones autonómicas de 2019, el bloque progresista ganó en 9 de las 12 Comunidades Autónomas cuyos gobiernos se renovarán ahora. Entonces, el bloque de las derechas tenía tres opciones: Partido Popular, Ciudadanos y Vox. En estos 4 años, Ciudadanos ha caminado inexorablemente hacia la indiferencia y sus votos han sido reabsorbidos por el PP. Esto es importante en la medida en que el sistema electoral español beneficia notablemente el aglutinamiento del voto.
En resumen, podemos decir que la derecha se presentaba a estas elecciones recompuesta, y que, en las izquierdas, la falta de unidad y el desgaste de la institución han pasado factura. Más allá de la Ley electoral, se da cierta desafección política que se ha reflejado, con excepciones, en actos de campaña no demasiado nutridos.
El PP arrasa en la Comunidad de Madrid, donde Más Madrid pierde posiciones y Unidas Podemos desaparece
La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha conseguido con su estrategia trumpista, virar los marcos de la campaña electoral. Con una importante agenda privatizadora a sus espaldas, y un sonado caso de nepotismo durante la gestión de la emergencia sanitaria del Covid, ha salvado la campaña sin que se hable de ella. Tampoco ha hecho propuestas. Ha sabido aprovechar ciertas oportunidades para agitar la bandera de la unidad de España de la que hablábamos antes. El ejemplo más notable se ha centrado en el País Vasco. Bildu -izquierda vasca independentista- incluyó en sus listas municipales a siete candidatos con delitos de sangre a sus espaldas, como miembros de la banda terrorista ETA. Ante las críticas, Bildu reculó y esas personas renunciaron a presentarse, pero esto no ha impedido que Ayuso insista en la idea de que la banda terrorista ETA, que se disolvió y entregó las armas hace 12 años, sigue viva, y de que en el País Vasco no hay libertad. Ha conseguido que este sea el debate principal durante días en las televisiones. Ha desviado el foco y ganado poder dentro de su propio partido movilizado a los votantes más radicales de la derecha, tanto en Madrid como en el País Vasco, donde el PP no ha tenido tradicionalmente mucho peso, pero donde, tal vez, y ante el ascenso de Bildu, que adelanta al PSOE, pretendan ser el socio prioritario del PNV.
Parece que le ha salido bien. En Madrid, el PP logra la mayoría absoluta: pasa del 44.73% de los votos en 2021 al 47,05%. Más Madrid ha aumentado ligeramente, ha pasado del 16.97% al 18’50% con una campaña centrada especialmente en la defensa de la Sanidad Pública. Su líder, Mónica García, ganó mucha proyección mediática durante la pandemia, por ser médico de atención primaria, y ha sabido mantener y hacer crecer esa fuerza, aunque pasa a una tercera posición, por la subida del PSOE, que pasa del 16’85 al 18’4%. Podemos, como hemos dicho, no logra que su líder regional, la abogada de la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca, Alejandra Jacinto, entre en el parlamento.
No dan los números para un nuevo Pacto del Botànic en la Comunidad Valenciana
Es una plaza tradicionalmente conservadora, que fue gobernada desde 1995 a 2015 por un Partido Popular sumido en escándalos de corrupción, y que estaba, desde 2015, en manos de una coalición entre PSOE (que pasa del 23.87% en 2019 al 28,39%) y Compromís (del 16.45% al 14,21%), a la que Unidas Podemos se incorporó en 2019. UP ha pasado pasa del 7.97% al 2,07% y se queda sin representación.
Esta plaza era de vital importancia dado que Valencia encarna la resistencia de alianzas de gobierno de coalición. Este pacto fue el ejemplo en el que Unidas Podemos basó su discurso para defender la formación del actual gobierno central. El llamado “Pacto del Botànic” era un símbolo de resistencia frente a las derechas para todo el Estado, aunque sea un gobierno de corte más bien moderado.
El Partido Popular (35,39%) gobernará con el apoyo de la ultraderecha de VOX (12,42%).
Ada Colau deja de ser la alcaldesa de Barcelona
Colau cerró un pacto con el PSOE en 2019 que le permitió ser alcaldesa una segunda legislatura a pesar de haber obtenido menos votos que ERC. En esta ocasión, sin embargo, la líder del buque insignia del municipalismo transformador no logra consolidarse como ganadora de las elecciones en Barcelona por tercera vez. Pasa del 20,71% al 19,77%. El PSOE ha obtenido un 19,79% de los votos, ERC un 11,22% y Junts per Catalunya (derecha nacionalista) un 22,42%, por lo que Xavier Trias será, con toda probabilidad, el próximo alcalde de Barcelona.
La campaña de Colau se ha basado en poner en valor políticas urbanas innovadoras, como obligar a reservar un tercio de las nuevas promociones inmobiliarias para vivienda protegida, las superillas que han supuesto la peatonalización y pacificación de grandes áreas, el refuerzo y mejora de equipamientos municipales en todos los distritos y sobre todo en aquellos con mayor pobreza, los planes de barrio para el desarrollo comunitario o medidas sobre cuidados en la ciudad.
Yolanda Díaz y Ada Colau han mostrado en los últimos dos años una alineación ideológica y estratégica importante, siendo los comunes catalanes una alianza clave para el proyecto de Sumar.
En cualquier caso, en el momento en el que el municipalismo vive momentos bajos en todo el estado y cuya hipótesis se ha diluido entre elecciones y partidos estatales poco sensibles al tema, más la desmovilización de las propias bases municipalistas, Barcelona era el último y único vestigio de gran ciudad que nació al albur de aquel proyecto municipalista.
Retroceso general del bloque de izquierdas
Con la excepción del País Vasco, donde la izquierda soberanista de Bildu ha conseguido hacer retroceder algunas posiciones a la derecha conservadora del Partido Nacionalista Vasco, la victoria de las derechas ha sido clara.
Unidas Podemos no podrá formar gobierno en ninguna plaza importante, pierde representación y capacidad de influencia. También retroceden otros partidos a la izquierda del PSOE, y el propio PSOE, que ha perdido la mayor parte de las comunidades que gobernaba.
La pregunta ahora es si este golpe servirá de aprendizaje para las izquierdas y si, en los dos meses que quedan para las elecciones generales, los partidos a la izquierda del PSOE serán capaces de trazar una estrategia eficiente e ilusionante como para recuperar el terreno perdido y revalidar el gobierno de coalición estatal; si, por el contrario se confirma el retorno del bipartidismo con un gobierno del PSOE en solitario tras aglutinar el voto progresista o si, por en el peor de los casos, estamos ante un cierre de ciclo que da paso a una fase de gobiernos conservadores, desmantelamiento de servicios públicos y retroceso de derechos.