
La Oficina Federal de Protección de la Constitución de Alemania califica al partido AfD como «caso seguro de extrema derecha»
A partir de ahora se considera oficialmente probado que la Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) es un partido de extrema derecha: el 2 de mayo de 2025 la Oficina Federal de Protección de la Constitución ha publicado esa calificación, largo tiempo esperada.
Para muchos actores progresistas, de izquierdas y de la sociedad civil esta evaluación llega con retraso. La versión final del dictamen ya estaba lista a comienzos de año, pero el servicio de inteligencia interior —conocido como Oficina Federal de Defensa de la Constitución— la retuvo, supuestamente para evitar una injerencia en la campaña electoral. Decisión que ha recibido muchas críticas. El dictamen está clasificado como «solo para uso oficial» y por tanto no se ha publicado. Así que la sociedad se ve obligada a confiar ciegamente en el trabajo de un servicio de inteligencia que durante décadas ha demostrado no ser en absoluto digno de semejante confianza. (El complejo NSU, Hans-Georg Maaßen y otros)
Las múltiples compilaciones de materiales que atestiguan la actitud antidemocrática y anticonstitucional de la AfD, los informes de expertos y expertas y de la comunidad científica, algunos muy prestigiosos (entre otros, Andreas Fischer-Lescano, Mathias Hong y Gertrude Lübbe-Wolff en Verfassungsblog y del Instituto de Derechos Humanos, etc.), junto a una creciente radicalización, no solo verbal, de las posiciones de la AfD durante la pasada campaña de las elecciones al Bundestag no consiguieron acelerar la calificación de este partido como «caso seguro de extrema derecha». Haldenwang, director de la citada Oficina y poco dispuesto a esta medida —por su participación en las elecciones como candidato de la conservadora CDU—, no quiso reconocer el «peligro demorado». Así que al final se ha preferido esperar a que la ultraderecha sume otro aumento del diez por ciento. Sin embargo, para muchas personas, habría bastado el borrador del dictamen de la Oficina Federal de Protección de la Constitución, filtrado en otoño de 2024 por netzpolitik.org.
¿Consecuencias concretas?
La nueva calificación trae consigo las primeras consecuencias directas. La Fundación Desiderius Erasmus, de carácter educativo y próxima a la AfD, podría perder el derecho a recibir subvenciones estatales. Pero la cuestión realmente decisiva es si habrá también consecuencias políticas.
En la fase final de la pasada legislatura ya se debatió en el Bundestag un posible proceso de prohibición de la AfD. Es muy probable que se hubiera logrado una mayoría, pero el proceso se demoró y finalmente se postergó ante el anticipo de las elecciones. Muchas personas esperaban la evaluación de la Oficina Federal de Protección de la Constitución, pero fue en vano. Otras dudaban de la viabilidad política de semejante prohibición. O advertían del papel de víctima que la AfD representaría durante la campaña electoral, cosa que viene haciendo permanentemente, aun sin amenaza de prohibición.
Cambios en el país: una realidad visible desde hace tiempo
Para los grupos antifascistas, las iniciativas de la sociedad civil y muchas comunidades afectadas por los ataques verbales de la AfD y las agresiones de grupos afines a ella, el fallo estaba claro desde hacía mucho tiempo: la AfD representa una amenaza para la democracia y la sociedad civil y para la convivencia pacífica y solidaria en este país. En los länder del este de Alemania, donde el partido ha experimentado un fuerte aumento en los últimos años y ha conseguido desarrollar sus bases municipales, las manifestaciones de odio, las amenazas y la violencia de la ultraderecha han adquirido carácter de normalidad. Con frecuencia, cargos electos de la AfD dictan la agenda política saltándose el veto contra ellos o incluso en connivencia con los partidos del «centro democrático».
Temas que siguen siendo objeto de debate en el espacio político, hace ya tiempo que son una realidad tangible en la vida de muchas personas: se acabaron las banderas arcoíris, la no discriminación de género, la cultura democrática, la política de migración solidaria y la política de asilo humana. La AfD plantea los temas y otros partidos los aceptan, ya sea por convicción o por cálculo táctico.
Normalizar la situación mediante la cooperación
En muchos municipios se ha materializado lo que hasta ahora eran advertencias: la AfD influye en la toma de decisiones, aunque no tiene ninguna responsabilidad gubernamental. La Unión Cristianodemócrata (CDU) y las agrupaciones de electores libres incorporan sus contenidos y no son raras las ocasiones en que se vota conjuntamente. Concejales y concejalas de distrito, alcaldes y alcaldesas o presidentes y presidentas de comisiones, procedentes del entorno de la AfD, ya ocupan puestos centrales en la infraestructura democrática.
El “cortafuegos”, más que un deseo es una necesidad
Esta nueva calificación del partido permite recuperar el tiempo perdido. Algunas asociaciones regionales del este de Alemania y «[Alternativa Joven» (organización juvenil de la AfD) ya estaban consideradas antes grupos probados de extrema derecha. Ahora debe haber consecuencias políticas: establecer un “cortafuegos” o bloqueo político consecuente contra la AfD no solo significa aislar, sino también tomar decisiones concretas.
Es decir:
- No dar a la AfD la presidencia de comisiones ni grupos parlamentarios.
- No dar a la AfD puestos de juez o jueza, o cargos en consejos de fundaciones.
- No aprobar propuestas de la AfD.
- Impedir el acceso de la AfD a datos sensibles o recursos públicos.
- Y, finalmente, hacer un examen consecuente y poner en marcha un proceso de prohibición de la AfD.
Oposición aparente y retórica de derechas por parte de la CDU
Pero también forma parte de la realidad el hecho de que establecer un muro no solo significa aislar a la AfD, sino que es fundamental no copiar su política. Y aquí el dedo señala claramente a la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU). Cuando Friedrich Merz arenga en contra de los y las migrantes y reclama el cierre de las fronteras (una medida ilegal) utilizando el mismo lenguaje que la AfD, vemos a esta a su derecha aplaudiendo. Cuando el nuevo canciller se desmarca de la AfD haciendo alusión al «cortafuegos», pero luego la tiene en cuenta –junto a la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) y al Partido Liberal Democrático (FDP)– en la votación de su agresiva política antiinmigración, y cuando se producen los primeros intentos de acercamiento como los que sugería Jens Spahn, algunos y algunas votantes ya no saben a qué atenerse.
La pregunta oral que la CDU dirigió al Gobierno en el Bundestag sobre las protestas contra la derecha evidencia que no se trata solo de aislar, sino también de mostrar responsabilidad política, compromiso democrático y capacidad para desempeñar las atribuciones parlamentarias. Si en lugar de eso —como ocurrió con el famoso catálogo de 551 preguntas— se criminaliza la protesta de la sociedad civil, se está haciendo el trabajo de la extrema derecha.
Conclusión: esta calificación es solo el principio
La calificación de la AfD es un paso importante, pero solo será efectivo si va seguido de medidas políticas concretas. La exclusión de la Fundación Desiderius Erasmus de las ayudas estatales sería un comienzo. Pero no puede ser el final. Hay que atajar e impedir la influencia de la ultraderecha en el funcionariado y el servicio público, la Justicia y los órganos ejecutivos del Estado. Esta calificación también debe tener consecuencias sobre el derecho a portar armas y el derecho de asociación.
No hacía falta un dictamen para ver lo que ocurre cuando no se protege el orden democrático de su utilización por parte de la nueva derecha, el fascismo y la ultraderecha. No es casual que Alice Weidel, cabeza de lista de la AfD, se haya subido al cohete de Elon Musk en la campaña electoral y, en una asamblea del partido en Halle, haya conectado en directo con el magnate en una grotesca representación de Big Brother: mientras demócratas de todo el mundo asisten con espanto a la destrucción de la democracia estadounidense, la AfD mira con ojos codiciosos al otro lado del charco. La obra de Donald Trump, la destrucción del Estado de derecho norteamericano, de las instituciones democráticas y de los derechos humanos de muchos grupos de personas, a las que también odia la AfD, es un ejemplo seductor para un partido que finalmente ha sido calificado como «caso seguro».
Atajadlo de raíz, antes de que sea demasiado tarde.
Anika Taschke es ponente sobre neonazismo en la Fundación Rosa Luxemburgo y directora adjunta del área de análisis social y formación política.
Friedrich Burschel ha seguido el «Proceso NSU» por encargo de la Fundación Rosa Luxemburgo. Dirige la oficina regional bávara de RLS en Múnich.