Activistas del Sindicato de Inquilinas de Madrid se concentran a las puertas del juzgado durante el primer juicio contra el fondo buitre Nestar-Azora por el cobro de cláusulas abusivas a los inquilinosV.B.
Activistas del Sindicato de Inquilinas de Madrid se concentran a las puertas del juzgado durante el primer juicio contra el fondo buitre Nestar-Azora por el
V.B.

La huelga de alquileres, herramienta del “Poder Inquilino”

Pablo Pérez Ruiz, militante del sindicato de inquilinas de Madrid

Extracto del artículo publicado originalmente en alemán 

El Sindicato de Inquilinas de Madrid está experimentando un crecimiento exponencial. En los últimos años, el número de afiliadas y de militantes se ha triplicado, hasta llegar a 3.000 y más de 300 respectivamente, y el Sindicato ha pasado de no tener implantación en los barrios de la ciudad a tener más de 5 grupos por distrito. Esto no ocurre únicamente en Madrid: los sindicatos de inquilinas están empezando a florecer en ciudades de todo el Estado español, e impulsando una red de solidaridad y lucha que se extiende por todo el territorio. El 5 de abril de 2025, se llevaron a cabo manifestaciones simultáneas en 42 ciudades, que reunieron a más de 200.000 personas y demostraron que la fuerza de los Sindicatos de Inquilinas crece y que el poder inquilino está cada vez más presente en las calles de todo el país.

Desde el Sindicato de Inquilinas de Madrid se lleva años repitiendo que, frente a la violencia del mercado de la vivienda, solo queda una opción: organizar poder inquilino. Pero ¿qué significa eso exactamente? ¿De qué poder hablamos cuando decimos «poder inquilino»? ¿Cómo se construye? ¿Qué horizonte persigue? Aquí compartimos algunas ideas clave que ayudan a entenderlo y, sobre todo, a ponerlo en práctica.

Nuestra herramienta: la huelga de alquileres

La huelga de alquileres consiste en dejar de pagar las rentas como medida de presión. Se trata de un concepto amplio que incluye diferentes estrategias posibles. Se pueden aplicar unas u otras en función de las características del conflicto, los objetivos y la acumulación de fuerzas que se logre. Para ello existen los piquetes inquilinos: un dispositivo de acción clave que permite identificar, movilizar y acumular las fuerzas necesarias para llevar a cabo huelgas de alquileres exitosas.

Actualmente hay huelgas de alquiler en marcha en Madrid y en Barcelona, contra dos de los mayores rentistas del estado: Néstar-Azora y La Caixa, que están siendo un referente para el resto del inquilinato. En varios bloques del fondo buitre Néstar- Azora, las inquilinas han dejado de pagar hasta un 30% de su alquiler por considerar que corresponde a cláusulas abusivas. En Barcelona, las compañeras del Sindicat de Llogateres han iniciado una huelga total contra Inmocriteria- La Caixa. Decenas de inquilinas luchan por la vivienda pública y contra los contratos abusivos. Y estas huelgas son solo el principio.

Para el Sindicato de Inquilinas de Madrid, la huelga de alquileres abarca varias formas de acción colectiva contra los abusos del rentismo. Se puede realizar un impago total de la renta durante un tiempo determinado, presionando al casero para negociar una bajada de precio o mejorar las condiciones del inmueble, como reparaciones necesarias. También se puede realizar una huelga parcial, especialmente para denunciar cláusulas abusivas como el impuesto de propiedad o las tasas de comunidad, que son comunes en contratos con grandes inmobiliarias o fondos buitre. Otra forma es quedarse en casa con el contrato caducado, manteniendo las condiciones del alquiler mientras se negocia una renovación más justa. Estas huelgas no solo buscan mejoras inmediatas en las condiciones de las inquilinas, sino que también sirven como herramientas de presión política para cuestionar los precios abusivos del alquiler y la precariedad del sistema.

Cada tipo de huelga tiene sus propias dinámicas, riesgos y acciones específicas, pero todas comparten un mismo propósito: cuestionar el sistema rentista, acumular poder inquilino y presionar colectivamente para lograr mejoras. Todas las huelgas que logremos impulsar consisten en pasos hacia un objetivo mayor: una huelga general de alquileres que cuestione el sistema rentista por completo. A través de victorias en conflictos concretos, se va construyendo confianza y legitimidad en el proceso.

La huelga de alquileres no tiene cabida legal en el ordenamiento jurídico español actual. Aunque hay situaciones donde puede tener una mayor defensa jurídica, como en casos de huelga por desperfectos o por cláusulas abusivas, la legitimidad de las huelgas no depende solo de los argumentos legales, sino sobre todo en su apoyo social y político. Por ello, todas las acciones se acompañan de campañas de visibilización, solidaridad vecinal y respaldo de todo el Sindicato.

Es importante recordar que la huelga de alquileres nunca es el primer paso en un conflicto. Siempre será necesario analizar cada caso y hacer un plan de lucha sostenido en el tiempo de menor a mayor intensidad. La huelga de alquiler es la carta más fuerte que tenemos, por lo que antes utilizaremos el resto de herramientas sindicales disponibles.

Pero la huelga de alquileres no es solo dejar de pagar. Es mucho más: es el proceso colectivo de construir la fuerza suficiente para hacer temblar a los rentistas. Históricamente, las huelgas de alquiler han sido una herramienta de autodefensa de las clases populares en momentos en que la vivienda era una trampa de miseria. Hoy lo sigue siendo. Además, la huelga nos recuerda algo fundamental: todo el poder que tienen los rentistas depende del dinero de las inquilinas. Somos quienes llenamos sus bolsillos mes a mes. Cada alquiler pagado es la fuente de su riqueza. La huelga nos permite darnos cuenta de que, si nos organizamos, podemos cortar ese grifo y recuperar el poder.

La lucha inquilina ha estado marcada siempre por la desobediencia, por negarnos a aceptar lo que el mercado nos impone como “normal”. Para redoblar la apuesta contra el rentismo, son necesarias nuevas herramientas, como las cajas de resistencia. Los recursos que se recaudan no solo cubren las necesidades logísticas de las huelgas, como los gastos legales, sino que también se destinan a crear una estructura solidaria que apoye futuras huelgas de alquiler. Porque la huelga es tan poderosa como lo sea la comunidad que la sostiene. Podéis encontrar más información y contribuir a la caja de resistencia de estas huelgas. 

Lo que antes se consideraba impensable hoy es una realidad: lograr que la huelga de alquileres sea un tema central de conversación en todo un país. Gracias a la organización y movilización de miles de inquilinas, hoy la huelga de alquileres es discutida en los medios de comunicación mainstream y se ha colado en el debate político y social. El Sindicato ha visibilizado la lucha contra el rentismo de una manera que nunca antes se había logrado. Con ello, se ha logrado que el miedo cambie de bando: ahora son los rentistas los que temen una situación de impago organizado.

Nuestro horizonte: una transformación postcapitalista mediante la confederación de luchas
El poder inquilino no es un fin en sí mismo. Es una pieza de algo más grande: de un proyecto de emancipación que rompa con la lógica de un sistema que privatiza lo común y nos condena a la miseria. Sabemos que sin techo no hay trabajo digno, y que sin planeta no hay futuro. Por eso la lucha por la vivienda digna necesita sumar fuerzas con el sindicalismo laboral, el ecologismo, el feminismo y todas las luchas que, como la nuestra, nacen de la vida y se enfrentan al capital.

El Sindicato se encuentra aún en una fase embrionaria de este proceso, pero cada vez es más consciente de las necesidades que surgen de las propias luchas. A veces, la especialización de las dinámicas de lucha tiende a aislarnos, generando dispersión, identitarismo y respuestas parciales. Por eso, desde el Sindicato de Inquilinas de Madrid, se ha comenzado a explorar nuevas formas de organización que nos permitan avanzar colectivamente.

El objetivo es construir, a medio-largo plazo, un sujeto político autónomo, diverso y desde abajo, con capacidad para intervenir en el contexto social y político y para construir una nueva hegemonía. Esta apuesta por la confederación de luchas debe permitir avanzar hacia un sindicalismo integral que abarque no solo la vivienda, sino también el trabajo, el feminismo y el ecologismo. Es necesario generar una casa común en la que compartir ideas, estrategias y un proyecto de futuro común. Porque si no hacemos política, otros lo harán por nosotras.

En la práctica, esta confederación debe surgir desde las bases, desde los territorios. No se trata de coordinadoras desde arriba, sino de una unión orgánica de luchas que surja de las comunidades, que respete su autonomía y se fortalezca a través de la cooperación. La confederación debe ser progresiva, como un proceso gradual que, en un principio, pueda centrarse en fortalecer las organizaciones existentes, pero que a largo plazo apunte hacia la creación de una nueva estructura que nos permita articularnos de manera más efectiva.
Este año, el proceso de confederación ha avanzado de manera significativa, y se han consolidado alianzas con otros sindicatos y movimientos sociales. El Sindicato ha logrado establecer relaciones bilaterales con colectivos de diferentes ciudades, compartiendo recursos, estrategias y visibilizando nuestras luchas de manera conjunta. A nivel territorial, está construyendo una red sólida de apoyo mutuo y de coordinación entre barrios, que va más allá de las demandas específicas de vivienda. Además, ha impulsado la creación de espacios comunes de formación, donde compartir experiencias y conocimientos que fortalecen la capacidad organizativa. Este proceso no solo ha ampliado la visión del Sindicato, sino que ha hecho crecer el sindicalismo de base de manera orgánica, abriendo las puertas a nuevas alianzas y multiplicando las fuerzas en el territorio.

El horizonte transformador que propone el Sindicato pasa por un sindicalismo que ponga la vida, en todos sus aspectos, en el centro de la acción política. Un sindicalismo que no espere a que el poder sea tomado, sino que ya, desde sus luchas cotidianas, empiece a prefigurar el tipo de sociedad que queremos construir. Es un sindicalismo revolucionario, que no se limita a defender lo que tenemos, sino que busca transformar de raíz las estructuras que nos oprimen.

Así, las huelgas de alquileres, los sindicatos de base, las cooperativas de vivienda y las luchas ecosociales no son piezas separadas, sino que deben confluir en una estrategia común. La confederación de luchas es la única vía para construir el poder popular que necesitamos, para que nuestras demandas no se queden en el terreno de lo específico. Frente al sálvese quien pueda que nos impone el mercado, el Sindicato apuesta por la confederación de luchas y por la reconstrucción de un mundo donde vivir bien no sea un privilegio.

Poder inquilino no es solo pelear por una vivienda. Es pelear por todo.